miércoles, 20 de agosto de 2008

El cuento del cuatro, el uno y el dos

ya dije y prometi que habia cerrado por vacaciones, pero al fin y al cabo es cierto que no lo puedo evitar, he tenido que volver:



Un cuatro, un uno y un dos se avergüenzan cuando pasan por mi lado y sienten que no tienen derecho a mirarme a la cara.
Un cuatro, un uno y un dos dicen que es complicado cobrar un poquito de relevancia a mi lado y luego me desean lo mejor.
Un cuatro un uno y un dos son los números más falsos de todos los que pude encontrar. Cuatro partes de egoísmo, una de inmadurez y dos de insensibilidad. Cuatro de incomprensión, una de egocentrismo y dos de interés. Cuatro veces engreído, una y dos de algo que ya he olvidado.
La historia del cuatro, del uno y del dos no es muy larga, o quizás si, según como lo mires. Podria reducirse a dos días o alargarse a dos meses, pero ya te digo que depende de cómo lo mires. No es complicada, pero no sabes cuánto de dolorosa. Creo que comenzó una noche abierta, clara, todavía hacia algo de calor, pero no mucho, o tal vez era una noche fría como de febrero por ejemplo, que me congelo la memoria.
El cuatro el uno y el dos no tienen nombre, solo son eso, números, pero son unos números muy especiales, no vayas a creer que no. Creo que ellos son los primeros que se creían especiales, con derecho a hacer uso de su condición de cuatro, de uno y de dos. Asi claro, luego se dedicaban a pedir perdón y a decir lo siento con mucha frecuencia, no les costaba demasiado.
El cuatro, el uno y el dos me hicieron llorar en demasiadas ocasiones, tantas que termine pensando que lo mejor era que esos números desapareciesen de mi vida, se esfumasen de mi memoria, pero claro, eso era una tarea harto ardua, los echaba demasiado de menos. ¿Cómo se puede vivir sin el cuatro, el uno y el dos? Si te paras un poquito a pensarlo están en todas partes: en nuestro cuerpo, en nuestro pensamiento, en nuestras respuestas…etc., pero claro, no lo sabemos hasta que aparecen personificados ante nuestros ojos.
Un cuatro un uno y un dos hicieron un encargo de no dejar que estuviera mal, pero ¿Qué se creen esos estúpidos números? Pues se creen con derecho a todo, primero hicieron lo que les vino en gana y después se desentendieron de toda la responsabilidad que conllevaron sus actos. Pobres ilusos, creían que había en el mundo otro número que no podía vivir sin ellos, pero se equivocaban. Igual que los imbéciles cuatro, uno y dos demostraron a ese número que no era imprescindible para ellos, ese número afirma hoy rotundamente que su vida era mucho mejor antes de que entraran en ella el maldito trío mencionado anteriormente.
Y bueno, en verdad no se que mas puedo decir, podría estar hablando horas y horas y aun asi seguir sin decir nada, o podría resumirlo todo a una simple frase, pero no lo voy a hacer. Solo tengo que decir que la historia del cuatro del uno y del dos termino hace tiempo, porque como ya he dicho, esos malditos tres números son algo que deberíais ahorraros.
Ya no formaran mas parte de mi vida, porque así lo decidieron ellos y así lo termine decidiendo yo, solo espero que les vaya muy bien aunque en el fondo todos sabemos que hasta que consiga dormirme sin llorar lo único que les deseo a los tres engreídos números es que desaparezcan de la faz de la tierra, llevándose con ellos todas las cicatrices que dejaron en el frágil camino de su paso por el corazón de los demás.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pufffff..... vaya historia no? yo tambien creo q lo mejor es q te deshicieras de esos malditos numeros xq no te estaban aciendo ningun bien! ;)

Anónimo dijo...

se ve que te ha marcado muchisimo ese chico. por tus escritos se te ve muy buena niña, asi que deberías mandarle al carajo, pasar olímpicamente de él y buscar otra persona que te llene de verdad y no juegue contigo.