miércoles, 20 de agosto de 2008

Un paseo de mi corazon


Hoy me ha ocurrido algo curioso. Estoy completamente segura de que no lo vas a creer. Puede parecer poco creíble e incluso te parecerá irrisorio, pero ha sido así.
Te comento…
Hoy mi corazón ha salido solo a dar un paseo. Yo no le había dado permiso, pero él, muy dispuesto ha decidido con mucho aínco desobedecerme como hace de costumbre y a las 21:47 en punto se ha marchado. Mira que se lo advertí, que corría un serio peligro de encontrarse contigo pero no me ha hecho ni el más mínimo caso.
Pues bien, como te iba diciendo, mi pequeño corazón en su deambular nocturno se encontró con un padre que maltrataba a su hijo, vio besarse a una pareja de enamorados, un pobre perrito ahogarse en el rio, contemplo como el viento hacia volar las otoñales hojas que un escritor ermitaño pisoteaba en el parque, se estremeció al ver morir un bebe en un accidente de tráfico, sonrió como lo hacían los niños que jugaban en los columpios y lloro con aquella chica que veía al amor de su vida agarrado de la mano de otra persona.
Claro, ante tan diversas situaciones mi pobre corazoncito se quedo un poco pensativo. No entendía porque algunos parecían ser tan felices mientras otros se estremecían de dolor. Llego a una sencilla conclusión, que mientras mayor era la persona que encontraba, mayor dolor sentía pues había tenido más años para acumularlo. Siguió pensando un rato y caminando y caminando mira por donde, tuvo que toparse contigo.
Ibas en bici, sudando por el tibio calor que te provocaban las dos horas que llevabas pedaleando. Inmediatamente la teoría a la que había llegado mi corazón cayó por su propio peso. Supongo que ya imaginaras el porqué. Es muy simple, con solo mirarte comenzó a latir con fuerza, se encogió y se estremeció tal y como hacia cuando estaba dentro de mi pecho. Sin embargo, a pesar de todo esto no pudo evitar la tentación de seguirte, y así lo hizo. Después de algunos kilómetros en los que sobrevoló la ciudad sin perderte de vista, te paraste a la orilla del rio. Te tumbaste sobre la hierba húmeda y casi de inmediato dos lágrimas rodaron por tus mejillas y como seres autómatas e inteligentes fueron rodando hacia el rio.
Ante tal espectáculo mi corazón no pudo hacer otra cosa que asombrarse y aprovechar la oportunidad de que estaba tan cerca del tuyo. Con una especie de rayos X que mi corazón ha desarrollado contemplo al tuyo. Estaba tan acurrucado, parecía tan pequeño y tan indefenso, roto en mil pedazos, arrepentido por todo lo que había hecho. Había elegido y tan solo ahora se había dado cuenta de lo equivocado que había estado.
Desgraciadamente ya había pasado demasiado tiempo. Ya no había vuelta atrás porque el tiempo en el que mi corazón te echo de menos ya había pasado. Ahora al contemplarlo, mi pequeño corazón sonríe con un orgullo complacido, con una pequeña venganza cumplida, porque mientras él seguía llorando por ti alguna que otra noche perdida en el tiempo, ahora tu lo hacías noche y día y así seria hasta el día en el que decidiera volver a ti.
Te dije que no lo ibas a creer, y aquí lo tienes. Pero me parecía correcto contártelo, sincerarme contigo. Espero que te vaya bien, nos veremos en el próximo paseo de mi corazón.

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