sábado, 28 de febrero de 2009

ODIO...

Odiar y que te odien; Amar y que te amen; Doler y causar dolor; Ser feliz y causar felicidad; son la misma cosa, indican que estas vivo, odio a los que sólo existen y no viven.

El odio es una forma de matar la nobleza del corazón.

El odio es el arma favorita de los pusilánimes.

Si quieres que me aleje, lo haré, pero no me pidas que odie, simplemente porque no se hacerlo.

Odiar es un principio de destrucción interior.

Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros.

Creo que el odio es un sentimiento que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia.

El odio es la venganza de un cobarde intimidado.

Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien.

Si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.

El hombre que olvida una ofensa, no la perdona, la olvida, pues el perdón parte de un sentimiento heroico, de un corazón noble, de un espíritu generoso, mientras que el olvido viene de una debilidad de la memoria, o de la despreocupación, amiga de un alma pacífica, y frecuentemente, de la necesidad de calma y de tranquilidad; en efecto, el odio, a la larga, mata al infortunado que se complace en alimentarlo.

Lo que más odio es que me pidan perdón antes de pisarme.

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